jueves, 18 de octubre de 2007

Fin de Maquinación y cierre por balance

No hay despedidas felices y esta no va a ser la excepción. Todos los ciclos, los biológicos pero también los radiales, tienen un final.
Hace diez años que hago radio sin parar, intentando mantener una puesta en escena que no siempre es sencilla. Los últimos dos años y pico fueron en “Maquinación”, que significó mucho para mí, porque me gustaba, porque era “mi programa” (después de años de compartir paternidades) y porque lo hice con dos tipos que quiero mucho, con dos grandes tipos, dos amigos: el Tano Baratta y Maximiliano Ghielmetti.
Como cualquier oyente, incluso los hipoacúsicos, se habrá percatado, “Maquinación” viene desde hace algún tiempo a la deriva por diferentes motivos laborales, grupales, personales y económicos que no vale la pena ventilar.
Por eso mismo es que llegó el momento de hacer de tripas corazón, que es una frase horrible que siempre dice mi mamá pero nunca la puso en práctica, parar la pelota y levantar la cabeza, para ver si hay alguien esperando un pase o se nos terminó la cancha y estamos por darnos contra los carteles de la publicidad.
Es el momento para bajar la persiana, espantosa figura que me toca a mí por la mencionada paternidad del programa, y recordarlo como un buen momento compartido con amigos. Es hora, en lo personal, de dejar de hablar tanto por radio y escuchar lo que quede adentro de mi cabeza. Es hora de convertirse en fantasma para no sentir las ausencias, ni siquiera la propia.
Y si la vida me regala más palabras, ya llegará el momento de hablar otra vez, de ver cómo se prende la luz roja que dice “en el aire”.
Y si las palabras nunca llegan quedará la alegría del recuerdo y la pequeña tristeza de esta despedida, que es triste como todas las despedidas. Tampoco es tan triste, después de todo: la muerte o el dulce de quinotos seguramente son peores.

Gracias por todo.


Luis Pedro Fontoira Hollmann

PD: por cuestiones publicitarias y contractuales, “Maquinación” se seguirá emitiendo hasta finales de noviembre de 2007. Hasta ese momento seguramente quedará en manos de Maxi, el Tano, Merino o quien quiera hacerlo. O simplemente se pasarán absurdas grabaciones pretéritas que dejarán en claro que, al final, no es mucho lo que se pierde.

Gracias otra vez.